Nunca le había pegado tanto el porro, y el alcohol y el éxtasis y todo junto le daban una sensación de adormecimiento por fuera y de euforia por dentro. Después de varias horas de no saber adónde había venido a parar, le prestó atención a su postura. Notó que tenía curvada la espalda y flexionadasSigue leyendo «Debería volver»